jueves, 29 de diciembre de 2011

LA VIEJA ESCUELA

Hoy estoy aquí parado en este arcén de la vieja Nacional. Con el motor aún caliente, intento reactivar la circulación de la punta de mis dedos.
-“Un cigarrillo, y de vuelta a la carretera… En el próximo pueblo me tomo un carajillo, y a seguir…”
¡Qué tiempos! Cigarrito, carajillo… Ya ni siquiera eso está bien visto. A veces lo añoro.
Recuerdo aquella vez, de paso con mi Ducati por este mismo páramo, entre Burgos y El Escudo, cuando me detuve al ver una pareja que me hacía señas junto a una Bultaco GTS amarilla (evidentemente gripada, como pudimos comprobar al intentar reanimarla). Lo recuerdo como si hubiese sido ayer. En medio de la nada; entonces sin móvil, sin visa, sin seguro de asistencia… o sea, como íbamos todos, y ataviados con chubasqueros o algo parecido a un Barbour, evidentemente más barato.
Aquella carretera sin tráfico, y sin esperanzas de que lo hubiera, era una trampa sin salida.
Fue un dilema absurdo, que hoy se hubiese resuelto con una simple llamada de teléfono a la asistencia, decidir si me llevaba a su chica hasta el pueblo más cercano para buscar una furgoneta que recogiese la moto y al dueño, o por el contrario, le llevaba a él dejando a la chica al cuidado de la moto y del equipaje, sola en el páramo, con alimañas y en un paraje “mágico” - como tiempo después supe por los lugareños -, tanto para lo bueno como para lo malo…
La segunda opción, acertada o no, fue la que elegimos. Después de preguntar en varios pequeños pueblos que surgían al borde de la carretera, por fin, el dueño de una vieja DKW se ofreció a recoger la motocicleta.
Ya era de noche y llovía. Aún me quedaban 100 kms (de los de antes) para llegar a Santander, así que nos despedimos deseándonos suerte, y yo seguí mi camino sin quitarme de la cabeza el miedo que estaría pasando la pobre chica…
Al cabo de un rato, caí en la cuenta de que no nos habíamos dado la dirección ni el teléfono, pero ya no era cuestión de volver… Ya nos encontraríamos en otra carretera.
A menudo recuerdo a los chicos de la Bultaco GTS; a buen seguro que ellos también recuerdan al chaval de la Ducati.
    Sigue siendo el mismo río con diferentes aguas; solo deseo que no bajen contaminadas.

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